31 enero 2020
Hay espacio para todos
Me pregunto qué va a pasar con la Danza Contemporánea... No me preocupa solamente desde un lado personal, yo la verdad he recorrido ya casi todo mi camino. Me refiero a las siguientes generaciones, que por cierto cada vez son más. En qué van a trabajar… cómo van a sobrevivir… y lo más preocupante qué le va a ocurrir a la DANZA con mayúscula. ¿Solamente va a estar encaminada a la cultura del entretenimiento?.. Es verdad que hay algo positivo que es que se democratiza la cultura… llegar a todo el mundo, que todos la entienda, pero como efecto estamos perdiendo la posibilidad de profundizar, de ser libres y de crear espíritu crítico. Queremos ser complacientes y gustar... malo, malo. No tengo nada en contra del entretenimiento ni contra lo espectacular, es más me divierte, pero si la danza se vuelve solamente espectáculo perderá su verdadera esencia, la creatividad, la búsqueda, la libertad, la crítica…
Lo que se está consiguiendo es que en lugar de educar al público, el público moldea la cultura, de esta manera se reduce e infravalora la capacidad creativa. Esto!.. está ocurriendo con el consentimiento de todos. Por eso me pregunto a este paso en qué se va a ir mutando la danza, la cultura…
La mayoría de los teatros no programan danza, entre los que si programan la mayoría no apuestan por la danza que no sea de entretenimiento. La danza de creación queda por tanto apartada a espacios reducidos y alternativos, casi elitistas donde se actúa para un público minoritario, a veces no llega a 10 personas. Si a esta situación le añadimos las políticas culturales el resultado es terrible. En Euskadi cada año desde hace más de 2 décadas existen ayudas a la creación, producción de obras y demás modalidades… con el resultado de un mercado saturado y una red incapaz de absorber tanta oferta. Lo que está ocurriendo es la consecuencia de muchos años de política cultural de pan para hoy y hambre para mañana, sin llegar a abordar con profundidad las necesidades propias y fundamentales del sector.
Me pregunto dónde está el problema, por una parte se impulsa la creación y por otro lado está el abismo. Nunca se habla de la precariedad de nuestro sector, nos hemos acostumbrado a ser la hermana pobre de las artes escénicas y hemos asumido que nuestra realidad es así.
Desde fuera nos ven como una comunidad a envidiar... Todo lleva a pensar que nos encontramos en un contexto favorable, donde todas esas personas que hemos tenido el coraje y la necesidad de dedicarnos a la danza podemos vivir con dignidad... a veces en el límite.
El resultado de esta política cultural de parche y tirita, de pan para hoy y hambre para mañana ha generado un sector extenso e interesante pero pobre de recursos y de posibilidades.
Matxalen Bilbao